El día de ayer arribé a Monterrey después de un día excepcional de trabajo en Monclova, a donde fui invitado por Miguel Kury, de Workspot MX. para iniciar un proyecto de desayunos de networking: Morning Break, en pro del desarollo del emprendimiento local.
Todo el viaje fue excepcional, y me llevé una gran cantidad de aprendizajes e ideas para reflexionar y rebotar con el ecosistema de aquí en mi universidad y mi entorno. Sin embargo, he aprendido que lo más importante de una aventura es resumir los aprendizajes para maximizar su aprovechamiento, y de todo lo que aprendí, lo que más me “sacudió el tapete”, como decimos coloquialmente, fueron una serie de comentarios que me hizo el chofer del Uber que tomé para regresar a mi departamento, y que sintetizó perfectamente lo que aprendí en mi traesía a Monclova.
Entre pregunta y pregunta, terminé contándole del evento y los motivos del viaje, y aún cuando esperaba que no lo entendiera del todo, me sorprendió su reacción al escuchar que yo no había cobrado ni un peso del viaje, ni por el modelo de evento, ni por la información que dejé para Workspot
Al escuchar esto, el hombre me pregunta agresivamente sobre qué era lo que yo ganaba de ir a dejar algo de valor para el ecosistema de Monclova, -cómo si estuviera esperando que le dijera que quería llenarme el bolsillo vendiéndole la marca a todo el que la quisiera comprar-, a lo cuál respondí lo que suelo decirle a cualquiera que me pregunta: “impulsar a los emprendedores”.
Es increíble lo poco que tienes que salir de tu círculo social para darte cuenta que la realidad que comparten empresarios como Miguel y los empresarios Coparmex asistentes al evento, -incluyendo aquel que compartió la charla durante el desayuno-, todavía no es comprendida ni asimilada por el grueso de la población, y que es responsable del desarrollo económico nacional en su expresión más pequeña: el trabajador.
Apenas hace unas pocas horas había estado comiendo una deliciosa carne típica de la ciudad con Miguel, mientras hablábamos de porqué tenemos que invertir en el talento de los jóvenes sin esperar nada a cambio, ya que son ellos los que multiplicarán el esfuerzo y devolverán los favores a los que vengan atrás de ellos, logrando así crear un sentido de comunidad donde importan más las relaciones en el largo plazo que las utilidades en el corto.
Nuestra conclusión es que no podemos aspirar a ser un México de éxito, que forme a emprendedores de alto impacto, y que aproveche todo su talento si seguimos pensando de manera tan individualista, y poniendo primero en la mesa la idea del “antes son mis dientes y luego los parientes”, y eso lo he aprendido a través de mis humildes 4 años de experiencia en los negocios, lo cuál es la razón por la cuál no “le cobro más si es que tiene con qué” -citando las palabras del chofer-.
Sus palabras me hicieron reflexionar seriamente en el porqué de las actividades que realiza Workspot, equipo al que desde ahora le tengo mucho respeto por su excepcional esfuerzo por ser el centro del ecosistema naciente de emprendimiento Monclovense, y de que el compromiso con el entorno es una característica fundamental que identifica a los individuos de éxito.
De esta manera, me llevo una misión importante que me va a acompañar por muchos años: evangelizar la idea del poder de la colaboración y la comunidad, esperando generar ese efecto multiplicador del que hablé con Miguel.
Nuestra confianza está en la colaboración, y México también.