Ante la tragedia, las miles de personas afectadas, los millones de pesos en daños y el cansancio infinito que sufren todos los rescatistas, topos y voluntarios en la Ciudad de México, nos ha quedado poco tiempo para reflexionar qué es lo que podemos aprender de una catástrofe que no sólo nos movió el piso, sino también los corazones.
Frecuentemente veo cómo la gente duda de la capacidad Mexicana, y para quejarse suele citar diversas razones, que si hay mucha corrupción; que si todo es pura tranza, que si la mordida, que si los gobernantes, que si la economía, que si el dólar, y un largo etcétera. No obstante, creo que a pesar de la validez de los argumentos que esbozan los críticos de nuestro país, todos los problemas palidecen cuando existe un propósito ardiente detrás de nuestras acciones.
Una vez un buen amigo me preguntó, cuando yo me iniciaba en esto del emprendimiento, ¿cuál era la mejor manera de definir a un emprendedor?, y a pesar de que respondí diversas cosas en mi cabeza me quedé anonadado cuando resumió todo lo que yo pensé en una simple frase: “es alguien con propósito”, lo que a través de los años he ido confirmando mientras me doy cuenta de que el propósito lo puede todo, y es a partir de ese propósito con el que se genera valor para nosotros y para los que nos rodean.
El caso del terremoto de la Ciudad de México es una situación que me ha partido el corazón miles de veces cada que leo los informes de los fallecidos, o veo las fotos de la gente ayudando a etiquetar despensas, incluso se me llenan de lágrimas los ojos cuando observo los mensajes que envía la gente en las latas de atún. Sin embargo, me llena de orgullo ver cómo es un ejemplo tácito del ímpetu Mexicano y de la poderosa e imparable voluntad que genera el propósito, y que prueba que a México no le falta nada para ser grande, y que el talento de todos junto a nuestra fuerza colectiva es la clave para impulsar nuestro desarrollo.
La gravedad del asunto sirvió como ese detonante que necesitábamos para elevar nuestra capacidad de ayuda y trabajo; por lo que es importante reflexionar acerca de la importancia de tener un propósito, no sólo al momento de emprender o al momento de ayudar, si no en la vida, y que nos ayude a crear bienestar para todos.
Sé que todavía no es momento de ponernos a pensar en romanticismos, y que sigue siendo tiempo de tender la mano, pero aprender de nuestra historia no sólo nos evita repetirla, si no que también nos enseña cómo podemos ser mejores en el futuro, y es por eso que es importante no quitarnos de la cabeza lo pequeñas que se ven todas las excusas cuando tenemos un propósito bien definido y que realmente nos apasione.
A raíz de esto, y además de ayudar con la recaudación de víveres en mi localidad, siento la impetuosa necesidad de hacer una invitación que probablemente no nos ayudará ahora, pero que tenerla a bien en el futuro puede ser el cambio que el país necesita.
Mi invitación es a todos, chicos, grandes, mujeres, hombres, emprendedores o no, que sólo por el hecho de ser Mexicanos, recordemos lo increíblemente imparables que podemos ser con un propósito detrás.
Esta invitación va para ti, que eres estudiante y quieres cambiar el mundo. A ti, que tienes un empleo pero quieres hacer algo importante para la comunidad. A ti, que eres madre y que deseas lo mejor para tus hijos. A ti, que eres empresario y quieres expandirte. A todos ustedes Mexicanos: no se les olvide soñar.
Imaginemos nuestro futuro si con nuestros propios sueños, nos creamos una necesidad que sea tan apremiante como para que no exista otro escenario en nuestra cabeza más aquel en el que logramos cumplir nuestros objetivos. No cabe duda de que levantándonos todos los días así de temprano para hacer nuestro día a día increíble estaremos al nivel de las grandes economías en cuestión de pocos años, y que los problemas más grandes de México como la corrupción y la crisis política pasarían a segundo plano si nos lo proponemos desde nuestra trinchera.
Espero con una gran fé que los Mexicanos, después de rescatar a nuestros hermanos bajo los escombros, también seamos capaces de rescatar nuestra actitud de progreso que ha sido sepultada por el pesimismo, la falta de oportunidades y las crisis económicas, para así no sólo salvar a nuestros compatriotas que vivieron la tragedia, sino también a nosotros mismos.
Además, me encantaría agregar una felicitación y un gran abrazo a todas las personas que se han ofrecido voluntarias, gracias por detener todas sus actividades y dedicarse única y exclusivamente a ofrecer la mano. Necesitamos más mexicanos como ustedes.
Por último, a ti, lector, me gustaría que te tomaras un momento para reflexionar las dimensiones de nuestro potencial como nación si nos unimos para colaborar todos los días, y además, te reitero mi más grande encargo; no dejes de soñar.
#FuerzaMéxico